viernes, 5 de abril de 2013

DIARIO DE UN NÓMADA URBANO

Hoy tenía que ir a la psiquiatra, pero he preferido forzar el "uy, se me ha pasado la hora" mientras dormía y despertaba varias veces ante el reloj.
Después me he despertado y ya eran las 7 de la tarde. A una hora así piensas "¿y qué hago ahora?".
¿Qué hago ahora... qué haré mañana, qué haré pasado?

Parece casualidad, pero justamente hoy me ha dado un bajón; un bajón que quizá no habría tenido de ir a la cita acordada, quién sabe...
El caso es que me he puesto a pensar en todo y en nada, y me he sentido triste por ninguna razón y por todas a la vez. Y cada vez que me pasa esto, me callo, lo pienso y espero a que pase. Pero hoy me apetecía escribir.
Al ser humano nos gusta el victimismo, quizá nos hace sentirnos importantes, y desde que descubrí eso, de un tiempo para acá, trato de evitar todo lo posible caer en ese estado, y la verdad, me ha ido mejor.
El problema de no ser una persona equilibrada, es irte a los extremos. Incluso me molesta ver ese victimismo en persona ajena, o hasta representado en una serie de televisión, cuando todas las herramientas como música, iluminación, enfoque, se ponen de parte del actor para forzarte la lagrima artificial y estudiada que el guión ha planeado.
Y estos extremos te hacen pasar de creer que lo que ocurre a tu al rededor no pesa tanto si no le das importancia, a ignorar la posible cobardía de negarte a darle dicha importancia, y no ver el peso que realmente tiene y que tendría que llevarte a replantear aspectos de tu vida.

Hace poco compré una casa en Alicante, la ciudad en la que nací. De hecho, no es una casa cualquiera, en ese casa pasé muchos años de mi infancia, que no todos, pero sí algunos de los más trascendentales, de los más tristes, de los más turbios... y también algunos de los más alegres.
Y parece que últimamente esté conmemorando décadas de mi vida, en 2011 hice realidad un LP en el que comencé a pensar en 2001, mismo año en el que inicié un proyecto narrativo del que ahora estoy terminando un reboot. Y la conmemoración más importante ahora es volver a una casa de la que me marché con 17 años y a la que no pude volver.

Llevo varios meses ilusionado con hacer ese viaje, y para ello quería que me acompañaran dos amigos, dos personas importantes de mi vida presente.
He estado muy entretenido pensando a dónde iríamos, qué haríamos, qué visitaríamos, y sobre todo, en el momento de utilizar mi llave para abrir mi vivienda, y dejarme llevar por la inexplicable sensación de volver a  ver ese pasillo, de estar en un lugar en el que me han pasado tantas cosas y que, hasta ahora, no había podido volver.

El caso es que una de estas personas hoy me estaba hablando, y brevemente ha hecho un simple comentario sobre algunos de sus planes de futuro a corto plazo, como dónde quiere irse el fin de semana que viene, o qué quiere hacer allí.
Y no tendría porque, pero esto me ha hecho adarme cuenta de que realmente estoy solo en mi viaje.
Yo simplemente pensaba en hacer una escapada lúdica con unos amigos, no va más allá la cosa.
Pero no es cierto.
Como he dicho antes, quería llevar dos personas importantes de "mi vida actual".
Yo en Alicante dejé una vida que no se quedó en "stand-by", continuó sin mí. Tengo amigos para los que ya hace mucho tiempo que no soy esa persona que ven cada día. Y aunque tengo muchas ganas de pasar tiempo con ellos, forman parte ya de un entorno que no es el mío. Y por eso quería sentirme respaldado de un trocito de mi mundo allí, en una tierra que me vio nacer y que ya no es mi tierra.

¿Y cual es mi tierra realmente?
Mi vida es nómada. He vivido en tantos lugares como años tengo, sin exagerar. No tengo una familia, ni nadie por quien responder. Me refugio en mi arte, que me da vida, pero también es una excusa para no ver lo que sucede alrededor. Tengo muchas personitas importantes esparcidas en distintos lugares, lo que como es normal, me imposibilita estar con todos a la vez.
No tengo muchos amigos de verdad, porque cuando es verano, si no me he quejado del calor mil veces, no me he quejado ninguna. Pero en cambio, cuando tengo que quejarme de verdad, de las cosas importantes, me las guardo. Y de las personas contadas a las que me he atrevido a abrirles la caja de Pandora, han sido contadas las que han sobrevivido. Y por ellas quizá es que sigo donde sigo, en una estación de tren abandonada, que sé que tiene reservada un tren para mí, que tiene que llevarme a algún lugar, pero no sé si de visita, o para quedarme, ni dónde será.

Y en una tierra de nadie seguiremos caminando hasta saber algo más de la vida...