miércoles, 23 de marzo de 2016

¿UNA NUEVA ETAPA?

Estas últimas semanas estoy viviendo una nueva fase creativa... Distinta, probablemente infructuosa a nivel económico; pero que está resultando ser un oasis para evadirme de mi actual situación artística.
Así que paradójicamente, si tenía poco trabajo acumulado ya, me aventuro en una nueva propuesta que nacerá en YouTube, en forma de canal y con el nombre de "Desdoblados".

Sin embargo, hoy no quiero hablar de eso, pues aún es pronto para adelantar detalles. Hoy lo que quiero es desahogar qué me ha llevado a esta "desconexión" o "doble carril" que me desviará de mi actual camino. Y para quien se quiera quedar a leerme, ahí empieza mi vómito mental:

No voy a mentir, la fama es un pastelito a prueba de diabéticos que se deja morder con fácil agrado. Puedo decir con orgullo y satisfacción (como el ex-rey de España), que he disfrutado al protagonizar situaciones sociales como la de que te pidan un autógrafo, te miren de lejos con una sonrisa tímida cuando caminas entre la gente tras dar un concierto, o que te pregunten si eres tú en un centro comercial. Sube el ego, tan sencillo como eso.
Pero para quien no lo sepa, yo soy una persona un poco asocial. No es que no me guste la gente, pero como buen artista, soy muy mío, y no me siento a gusto con cualquier persona, y los desconocidos siempre generan nerviosismo, como trataba de explicarle la mamá de Capercuita a su hija. Así pues, en mis cerca de diez años de carrera internauta (que es donde empezó todo), yo no he tenido un interés desmesurado en hacerme famoso, más allá de lo gratificante que resulte para mi ego un par de anécdotas como las contadas.

Eso no significa sin embargo, que no quiera que mi trabajo no sea famoso; porque a fin de cuentas, crear es compartir. Empieza y acaba un momento en la auto-satisfacción de hacer un trabajo propio, en el que pasas de estar feliz con lo que has hecho, a querer mostrarlo, tal como hace un niño de cinco años cuando muestra a sus padres el dibujo que ha hecho en la guardería.
Parece que queramos o que incluso necesitemos una aprobación por parte de nuestro medio.
El problema es que dicha aprobación se hace necesaria cuando pasas de querer hacer un dibujo, para el cual te bastas tú solo, a necesitar hacer cientos de ellos para una producción. O cuando incluso ya los tienes hechos (que es lo más difícil), y ahora toca enseñarlos; es entonces cuando se presenta la pregunta, ¿cómo lo hago?
Necesita ayuda del medio.



¿Quién es ese medio? La industria, sin duda. Distribuidores, productoras, contactos, direcciones y teléfonos que, en suma, se resuman a “colocar” un producto para que el mundo sepa que lo has hecho, ya que además de hacer las cosas, hay que informar de que existen.

En este punto de mi carrera, es donde he hallado mi mayor frustración, como es sabido para muchos de los que siguen mi trabajo. No se puede vivir del aire ni crear a partir de las nubes del cielo, pero aún es más indignante que logres hacerlo y no se presente la atención que merece a tales creaciones.  Y sin ánimos de ahondar mucho más en un tema que para mí es aburrido hasta el hastío, he llegado a la conclusión de la “relatividad” para calmar mi ansiedad creativa.

La historia se escribe con los nombres de muchos artistas cuyo trabajo se ha hecho famoso después de muertos. Me reconfortaría saber que a mí me sucederá eso, pues como digo, ego a parte, mi verdadero amor al crear, es hacer llegar mi trabajo a la gente.
Pero mientras tanto, estoy vivo, y de momento, salvo anécdotas que distraen el diagrama de mis éxitos, estoy prácticamente donde empecé, sólo llegando lejos, cuando llego, con mi propio esfuerzo, y muy cansado tras el camino.
Es por esto que, no hace demasiado tiempo, anunciaba como quien no quiere la cosa en mi página de Facebook, que tras terminar algunos de los trabajos pendientes que tengo, y que sin duda ya me garantizan mucho tiempo en activo con ellos, después probablemente me retire.
Esto no significa que vaya a dejar de crear, aunque sé que es difícil no hacer esa lectura.
Lo que quiero cambiar es el modo en el que lo hago y para quien lo hago.
Me gustaría decir que he aprendido, pero lo apropiado es decir “estoy aprendiendo” a no esperar nada, ni del porcentaje mid-cult de mi público (que lo tengo, evidentemente, como cualquiera que haga creaciones de algún tipo), ni del sector “profesional”.
Pues a fin de cuentas, y como mencionaba antes, “relativizar” ha sido mi salvación. 




 Hace no mucho hablaban del Oscar que recibió Leonardo DiCaprio, sin entrar a valorar si lo merecía más o menos, o de si lo merecen más que él otros artistas que llevan mucho más tiempo en la profesión, una cosa me parece indiscutible... si sus seguidores comentaban que ya tocaba que a DiCaprio le dieran por fin una estatuilla, ¿no significa entonces que ya veían su mérito? Entonces, ¿qué valor tiene un Oscar? ¿Qué valor tiene un premio?
Es un reconocimiento oficial, sólo eso. Y no es poco, eso mola, si me dan uno a mí no diré que no. ¿Pero hasta donde tiene importancia dicho reconocimiento? ¿Ante quién y de quién viene? Cuando aún era sólo una sombra de mí mismo y no tenía ni un micro decente para grabar algo más de 5 segundos sin chasquidos, le dije una vez a una persona, que si mi trabajo podía llegar a un par de personas eso ya me haría feliz.

Como obviamente somos avariciosos, luego he empleado más tiempo en la infelicidad que proporcionaban mis limitaciones, que en la felicidad de lo que ya había conseguido. Pero ahora me encuentro volviendo al origen de las cosas, a esos pensamientos básicos y auténticos.
Sin duda, si tuviera un “un Oscar”, es más que probable que no estaría haciendo estas reflexiones tan "profundas" que me hacen pegarme el moco de "persona auténtica", claro, no lo niego. Pero por la realidad que sea, en ello es en lo que estoy pensando.
Veo artistas que sí son reconocidos a nivel nacional o incluso mundial, y siguen teniendo que bailarle el agua a su público para seguir manteniéndose en una industria fría, gris y superficial, en algunos casos tan fría, gris y superficial como son muchos de esos artistas.
Así pues, como dijo una vez un personaje de Woody Allen, tras decir todo esto, “no sé lo que quiero, pero sí sé qué es lo que no quiero”. Y desde aquí empieza una nueva etapa para mí.