sábado, 13 de diciembre de 2014

ENREDADOS vs ‘CONGELADOS (FROZEN)’

Ya tuve la evidente sensación de que “Frozen” era un “nos ha funcionado Enredados, sigamos por esta línea”. Y por si hace falta explicarlo (que yo diría que no), resulta evidente cuando ya de entrada los diseños de personaje, ante todo en Anna, aunque en Elsa sigue presente, parecen plantillas modificadas del diseño de Rapunzel. Tanto del diseño final como incluso del inicial diría yo, pues antes de que “Enredados” acabase siendo “Enredados” teníamos una tal “Rapunzel Unbraided (despeinada)”, cuyo ‘concept art’ era una pecosilla Rapunzel (más de lo que pretende disimuladamente ser la Rapunzel final de Disney) con cara de pilla, que se paseaba en un universo inspirado por algunos cuadros al óleo de Fragonard, entre los que destacaban el de “El columpio” que mira tú por dónde, podemos ver en “Frozen” durante la canción “Por primera vez en años”, reutilizado descaradamente en su imitación al arte conceptual de aquella primera fase de “Rapunzel Unbraided”.





Pero no ha sido el único reciclaje que han hecho, también Flynn Rider, antes de ser el galán de “Enredados” tenía otro aspecto, y bastante diferente cabe decir. “Bastion”, que era como se iba a llamar, era brutote, ancho y con una mirada inocente que pudiera contrarrestar su rudo aspecto.
Tal diseño fue desechado, y ahora nos aparece Kristoff, que parece el hermano guapo y perdido de aquel Flynn que no era Flynn.
Como apunte, decir que precisamente durante la canción ya mencionada, no sé si fue por la sugestión que me produjo el acordarme inevitablemente de “Enredados”, o que los de Disney quisieron hacer un guiño, pero me pareció ver a Rapunzel, o cuanto menos a algo lila y con cabeza marrón (cuando ya lleva el pelo corto), paseándose entre las gentes del pueblo que entraban al castillo (luego pude confirmar que era cierto…).



Que siga la línea de “Enredados” no tiene porque ser negativo necesariamente, pues precisamente dicha película supuso el planteamiento de mucha gente sobre si estábamos ante una nueva década dorada Disney de la era moderna. Y siempre es mejor seguir ese patrón que no el de películas como “Cosa anodina 3D contemporánea con animales parlantes”.
El problema es que “Frozen” ya nos ha confirmado que no vamos a ver el resurgir de Disney. O que por lo menos, con suerte nos darán una de cal y una de arena, porque parece que demos un paso adelante y dos atrás. Ya que, aunque estéticamente (que no por la técnica del 3D) puedo disfrutar más el universo de “Frozen” que el de “Princess and the Frog”, argumentalmente nos encontramos con algo si cabe aún más insulso que aquella vuelta al 2D que supuso la decepción.




PERSONAJES POCO DEFINIDOS PATA UNA HISTORIA FLOJA
La historia arranca con la magia, que como con la gota de luz solar de Rapunzel, me hizo cuestionarme cuán importante sería esto en el desarrollo y profundidad de la historia.
Si bien la gota de luz solar era tan interesante como absurda, los poderes mágicos de Elsa tampoco tienen justificación, cosa que siempre estoy dispuesto a perdonar a cambio de una buena historia como nos ofreció “Enredados”, pero que en este caso, a mí se me queda insuficiente.
Elsa tiene que ocultar su poder por no hacer daño a la gente, y por no asustarla básicamente, hasta aquí entendible. Pero la cosa no va más allá. Elsa decide escapar de su castillo de toda la vida e internarse en las montañas, donde se monta su propio palacete que, más que de hielo, parece de cristal, y construido bajo el asesoramiento de un interiorista de Matel.
La mujer allí vive divina de la muerte, da paso al vestuario oficial del merchandasing, y abre la nueva etapa, o eso aparenta, de una Elsa liberada con la canción “Let it go (Suéltalo/Libre soy)” que creo es el tema central de la película.
Digo “aparenta que abre la nueva etapa” porque realmente no hay etapa en cuestión que desarrollar se pueda. Las escenas de Elsa están contadas. Es como si por un momento la película, que hasta ese punto no había conseguido acabar de arrancar, pudiera remontar con la nueva y desatada Elsa. Parece que podremos conocer un poco más de este personaje, de sus miedos, que aunque representados de forma literal, fueran la representación simbólica del alma del sociópata reprimido ante la sociedad y los tabúes; el no sentirse integrado y todas esas hostias tan guays… Pero no. Solo “parece”.
Se queda todo ahí, en lo meramente superficial, “hago hielo con las manos y eso a la gente no le mola, así que me quedo aquí”.
Entendemos que ahora Elsa es feliz viviendo sola y marginada en su castillo de hielo, donde come hielo, cena hielo, se acuesta en una cama de hielo y sueña con hielo, y no hay nada más que contar al respecto.




Mientras tanto, en el otro punto están Anna y Kristoff haciendo un viaje algo insípido a pesar de que lo quieran adornar con sucesos random, cuyo único objetivo es el de que Anna pida al montañero: -Llévame a ver los farolillos… perdón, a mi hermana quería decir, que así hablo con ella y nos quita la nieve esta.-
¿Y qué te hace pensar, alma de botijo, que si la última vez no te escuchó lo iba a hacer ahora?
Y así es. Anna consigue llegar al castillo de su hermana, donde se marcan un dueto molón, y una vez terminada la colaboración juntas, Elsa echa a su hermana del castillo a patadas, y la película parece ya haber perdido  su rumbo totalmente. Y no en plan “¿qué va a pasar ahora? Qué interesante todo”, no, sino más bien del palo “¿y qué coño se van a inventar ahora, cómo tienen pensado acabar esta historia?”.
Luego tenemos la relación “crepusculenca” de chica se divide entre dos chorbos, ¿Cuál escojerá? A pesar de que ya ves que si se va a pasar toda la “road-movie” con el señor de la espalda ancha como ya vemos en los trailers y spots del film, dudosamente acabará con el figurín del principio. Lo que en este caso queremos es ver como sucede y que resolución le darán al chico “despechado”, y ante esto, y resistiéndome a hacer un spoiler, nos encontramos con el giro argumental del final, que a mí me parece más desalentador que el final alternativo que hizo James Cameron para Titanic, pues es una ida de pinza que deja la coherencia de lado con el único fin de sorprender al público y de hacer una desganada y breve crítica sobre “el amor verdadero” a modo de auto-parodia que nos recuerda levemente a “Encantada: la historia de Giselle”, pero tan mal llevada o peor que ésta.
Anna se compromete con un hombre al que acaba de conocer, pero ¿comprometerse con alguien a quien conoces hace unas horas está mal, pero con alguien con quien has conseguido estar 72 sí es plausible, solo porque habéis hecho un viajecito temático juntos?
Dicho esto, la acciones de los personajes determinan personalidades contrapuestas que acaban por ser frías. Tenemos una Elsa interesante pero inacabada, de la que menos sabemos en realidad. Un Kristoff que es un Flynn Rider descafeinado, una Anna que intenta repetidamente divertirnos con su incontinencia verbal, pero lo hace a través de unos diálogos mal escritos que no acaban de ser redondos. Un muñeco de nieve que nos hará reír vagamente con sus comentarios y sus reacciones. Y que teniendo en cuenta que yo nunca he sido muy amigo de las mascotitas ‘porculeras’, diría yo que es el único personaje que cumple su función en la película de manera coherente, a pesar de que, tanto él como la amiga, estiran más de una vez el chiste hasta hacer perder la gracia que habían conseguido provocar.
Da la sensación de que los personajes pudieran verte sentado desde tu butaca como esbozas la risilla, y siguieran con la coña para que te rías más, y en lugar de eso lo que consiguen es fastidiarlo.




La relación entre las hermanas está muy mal trabajada, a pesar de que se hayan molestado en hacernos una elipsis musical y colorida bastante extensa al principio de la película.
Pero simplemente no se acaba de entender que, para ocultar la magia de Elsa, ésta tenga que exiliarse en su habitación sin ni dirigirle la palabra a su hermana del alma a la que estaba supuestamente tan unida, y un buen día decida abrir las puertas del palacio con la excusa de su coronación y se vuelva a hablar con ella tan ricamente.

Y por ir acabando, nos encontramos con el último parche argumental. Un hechizo de hielo en el corazón de Anna, del que resulta herida alcanzado el 80% del metraje, y que sabes que en lo que queda de película solo es puro trámite resolverlo. Con lo que no se respira ninguna tensión, partiendo de la base de que tampoco tenemos a ningún malo acechando, al menos evidente, en la película. Que luego todo llegará, pero para mí ya se hace prescindible, casi preferiría que no lo hubiera, y que la única “maldad” fuera la de una Elsa más desarrollada con poderes incomprendidos abocados al caos.
Y esto me recuerda también a la presencia de tres personajillos compuestos por dos jóvenes soldados (o lo que sean) encabezados por un “viejales” que pretende también dar alguna que otra nota cómica, pero que a mí gusto de entender el humor, solo da la nota a secas.
Dichos personajes amenazan con su presencia durante algunos momentos de la película, esperando que tengan que trascender, pero sin llegar nunca a alcanzar relevancia ni una finalidad concreta.
Y por acabar de enumerar personajes inútiles, tenemos al reno, que parece imitar la función del caballo de Rapunzel, pero sin la chispa, y por último los trolls, que me sobran totalmente en la película, y lo que más, su canción coaccionando un romance entre Anna y Kristoff a marchas forzadas. Algo comparable a la canción de las gárgolas de “El Jorobado de Notre Dame”, que era precisamente la única escena que destrozaba esa gran película.



UN MUSICAL DISNEY A RITMO DE GLEE
Y esto me lleva a hablar de todo el aspecto musical de la película, que a mí me empieza a sugerir la conclusión final que tengo con Ghibli: “si la música no la hace Joe Hisaishi y la dirección Miyazki, a la película le va a faltar algo”. En este caso serían Glen Keane a cargo de los diseños y Alan Menken al cargo de la música. Sino salen cosas como las que ya pasaron en “Tiana y el Sapo”, que conseguías con esfuerzo que te gustaran un par de canciones.
Y es que, como ya experimentaron con éxito en “Enredados”, la Disney ha apostado por volver al musical. Cosa que yo aplaudo, pero aquí se nos presenta un sondtrack al que sería generoso si le diese un 4.
Las canciones tienen más un corte Pop-Diseny-Channero que un score a la vieja usanza. Con algún que otro estribillo o fragmento musical pegadizo en más de una canción en realidad, pero que suena más a una improvisación en su conjunto que a una ópera maestra.
Cabe decir, que al menos esta era mi opinión antes de escuchar la BSO en inglés, y es que la adaptación española hace sonar las canciones fuera de tiesto. Frases embutidas y cantadas de carrerilla, meter seis sílabas en tres notas y encima a veces ni riman...
A la tercera escucha, las canciones ya han pasado a gustarme bastante más. Pero a mi percepción personal, los temas musicales de Disney siempre me han entrado a la primera, y no he tenido que hacer un “esfuerzo” para que me gustasen como he tenido que hacer con esta.
Además hay canons, crescendos y parones raros, en los que los personajes cantantes quisieran invitarte a darte el pie para cantar con ellos y tú te quedarías con cara de pasa en plan “no sé cómo acabar esta frase porque cada estrofa que cantas me suena distinta a la anterior”, repito, al menos a la primera escucha, bastante difícil de seguir musicalmente, luego ya le pillas su ritmo.
También me parece muy criticable la descompensación musical. Hay como tres canciones que suenan prácticamente seguidas, y luego las canciones que quedan aparecen muchísimo más espaciadas en comparación.

Y una cosa que siempre me ha parecido muy criticable en la animación musical, a menos que esté muy bien trabajada, es desarrollar puntos argumentales relevantes a través de una canción. Porque es fácil perderse en el contenido. Las canciones deberían reforzar el mensaje que transmiten los personajes en sus diálogos, pero no reemplazarlos o ser el hilo conductor exclusivo.
Cuando Anna resulta herida, ocurre durante la canción con su hermana, y uno se pierde un poco al preguntarse “sé lo que ha pasado pero, ¿cómo ha pasado exactamente, me lo puedes volver a poner?”.
Y ya mi última crítica sobre narrativa musical, es a la canción del principio: Comienza con una música que no sabes si estás viendo “El Rey León 5” por los ritmos étnicos y el tipo de coral. Pero bueno, suena bien, al menos los primeros segundos… Luego esperas a que arranque la canción, y te encuentras con unos señores que parece que van a hacer un número épico, pero la canción es infumable. Todo esto mientras te presentan a Kristoff de pequeño con su “familia”; toda una información visual altamente irrelevante, pues esta gente no se vuelve a ver, ni ocupa ningún lugar importante en la historia de Kristoff como personaje. Una canción que sobra tanto o más que la de los trolls, pero al menos no dura mucho y los ritmos, aunque abstractos en su forma son bonitos.




SIN IDENTIDAD
Ante los que decís, que es como una película de Disney clásica, me recordáis a cuando en los 90 algunos niños decían que películas como “La espada mágica”, “La ruta hacia el Dorado”, o en el mejor de los casos “Pulgarcita” y “La Princesa Cisne” parecían películas de Disney.
Sí, parecer lo parecen, lo justo como para entrar a comprarlas, pero también se nota que no lo son. Son productos con una calidad de animación muy similar o en algunos casos incluso a la misma altura, pero que llevan guiones más flojos y generalmente tienen una banda sonora bastante menos elaborada, aunque un niño no tenga tan educado el oído aún para notarlo. Son producciones que han sido caras, pero no tanto como las de Disney, y eso se nota en su conjunto.

En ese sentido, a mí “Frozen” me recuerda a eso, una película que imita a los títulos de su propia productora, pero parece venir de fuera, como hecha por DreamWorks o una de las competencias más cercanas. No sé lo cara que habrá sido la producción, puede que tanto o más como “Enredados”, pero el producto final me trae esa sensación contemporánea de “película ligeramente low-cost de imitación”.

Con “Enredados” ya me pasó visualmente, que aunque es agradable, no tiene universo propio, es todo muy estándar y neutral. Y eso se nota al ver que antes el equipo de Disney viajaba a los países en los que se ambientaban los cuentos, y plasmaban todo esa cultura en el arte visual de la película; y para “Enredados” se basaron en Disneyland, que viene a ser el refrito resultante de todas estas películas. O dicho de otro modo, una manera vaga de darle un diseño a la historia.
Y si partimos de que “Frozen” salvo algún guiño a la estética rusa, saca todo su fondo de armario de “Enredados”, nos encontramos ya con una película sin identidad propia.




VEREDICTO
Conclusión, yo argumentalmente le daría un 3 a la película, solo está por encima de los argumentos de las películas de Barbie, pero poco más. No aporta nada innovador como sí hacía “Enredados” discretamente. Se pasa de pastelosa y a la vez quiere ser moderna, y es una mezcla descompensada y mal llevada que está pensada solo para complacer a un público potencialmente infantil.
Y añadiéndole los factores musicales y visuales, y recordando su reciclado conceptual, le daría un 4 en total, porque ya darle un 5 sería aprobarla por los pelos, y yo esta película la dejaría como asignatura pendiente para septiembre…